Mi viaje al campamento de refugiados de Dajla, en Argelia ha sido toda una experiencia para mí. He conocido a un pueblo que nos ha acogido con los brazos abiertos, que me han mostrado el valor de la generosidad en una situación muy difícil. Me he sentido tratado de tú a tu, entre iguales. Me han dado una lección de lo que es la autoestima y la lucha pacífica, en estos momentos, por sus derechos. Las condiciones de vida allí son muy difíciles. El desierto del sahara posee una gran belleza, pero es duro vivir allí.
El viaje de ida fue muy largo, 16 horas. En europa no tenemos estas grandes extensiones de "nada", de arena y roca. Esta gente vive allí desde que Marruecos ocupo su pais, y sufrieron una guerra como consecuencia. Ahora esperan una solución que nunca llega, con fe en las multiples resoluciones internacionales a su favor, algún día se cumplan. Pero sus problemas nos son ajenos en nuestra sociedad de la abundancia. Solemos desear lo mejor, pero no queremos mojarnos, alguien lo hará, pero esto es un problema general de nuestra sociedad, donde quizás no queremos ver más allá de nosotros mismos.
España parece haber olvidado a este pueblo, sin embargo ellos no nos han olvidado a nostros. El español es oficial, además del hassaní. Llama la atención ver a chavales luchadores como Brahim, que en una protesta contra ese muro de la vergüenza, que ha separado a un pueblo, perdió una pierna. Nos habló de aquello, nos hablo en nuestra lengua. Tuve la suerte de conocerle, y desearle suerte en la vida.
Espero que esta experiencia me sirva en la vida, para esforzarme en ser mejor, en tener más autoestima. Os llevo en el corazón. Nos volveremos a ver...